16.10.08

Camino (2008)

Con una historia sobre el amor, que antes de su estreno ya ha levantado ampollas, Javier Fesser intenta desvincularse de lo hecho anteriormente pero sin perder su esencia.

Camino es, ante todo, un relato acerca del amor. La historia de una niña (Nerea Camacho) que se enamora, y que a pesar de las fatalidades a las que se enfrenta, no pierde la esperanza e inocencia propias de su edad.

Este amor que siente la niña es interpretado a los ojos de su entorno más próximo (a causa de diversas situaciones que se dan), como un amor a Jesucristo.

A lo largo de la cinta asistimos a una gran declaración de amor; amores distintos según quien sea el destinador, pero un amor puro al fin y al cabo: el que profesa la orden del Opus Dei y la madre a dios, el enamoramiento infantil de los niños, el de unos padres hacia su hija, el de una hermana que se encuentra perdida y confusa…

El otro gran tema que se aborda en el film (y el que ha suscitado más polémicas) es el de la fe y la religiosidad. En cierto modo, también vinculado al tema anterior.

A pesar de todos los ataques que pueda recibir por anticlerical o por denostar la fe católica, toda la película está envuelta – paradójicamente – en un cierto halo de religiosidad.

El film parece inspirarse libremente en la vida de Alexia González Barros (una niña de 14 años fallecida en 1985 por una enfermedad terminal en honor de santidad, que actualmente se encuentra en proceso de beatificación). Tanto o más cuando estos datos se nos dan antes de los créditos finales y cuando la familia de dicha niña ha mostrado su malestar hacia la forma de tratarse algunas escenas.

Sin embargo, según palabras del propio Fesser, el caso de Camino no hace referencia a ningún hecho concreto, sino a numerosas historias anónimas.

Aspecto este, que puede causar más de una confusión entre los espectadores.

La declaración de intenciones de Javier Fesser acerca de querer mostrar una realidad, dejando espacio para que sus defensores se expliquen libremente y que podamos llegar a comprenderlos; se queda en agua de borrajas. Algo inevitable por otra parte, teniendo en cuenta que el director ha manifestado en varias ocasiones tener un posicionamiento totalmente en las antípodas de lo defendido por obras como el Opus Dei.

Esta completa falta de abstracción y objetividad se percibe en el hecho de que todos los personajes que defienden abiertamente las tesis del Opus causan un rechazo tal, que a muy pocos les afectaría que viniera alguien y se los cargara a todos.

Además, los protagonistas que, o resultan más ambiguos o no comparten esta forma de pensar, son vistos como las víctimas de la hipócrita y egoísta iglesia.

Ya no sólo eso, sino que, como ejemplo ilustrativo, en las escenas en que la madre de Camino (Carmen Elías) le habla a la niña de su ángel custodio antes de dormirse, la reacción de Camino no es de seguridad. Todo lo contrario; es sugestionada de tal forma, que cuando duerme, sus sueños se transforman en pesadillas en las que huye de dicho ángel “protector”.

En el film se dan muchas metáforas y paralelismos como con el cuento de la Cenicienta que ayudan, sobre todo, a comprender la visión de Camino acerca de todo lo que le está sucediendo y, al mismo tiempo, cumplen la función de rebajar la carga emocional de la película.

Esta sobredosis de emociones hace que surjan comparaciones entre Camino con filmes como Mar Adentro. El problema surge cuando el director se pone dubitativo a la hora de saber si ha conseguido emocionar al público o no. Estira y estira hasta llegar a la extenuación, convirtiendo por momentos a Camino, en un producto sensiblero de sobremesa que busca la lágrima fácil y no engaña a nadie.

Lo que ha de reconocerle a Javier Fesser es su ojo para elegir al reparto. Las interpretaciones de todo el plantel: desde La jovencísima Nerea Camacho a Manuela Vellés o Mariano Venancio entre otros, son de lo mejor que uno se puede encontrar.

A modo de refrito de conclusión, se puede afirmar que Camino consigue ser una preciosa narración acerca de lo que es el amor y una valiente y dura crítica hacia el Opus Dei. Una crítica que les ha proporcionado un fuerte empuje mediático y que hará que nadie quede indiferente al verla.

La losa que arrastra, por contra, es su desesperado intento por emocionar en la mayor medida posible, lo que puede hacer de sus dos horas y veinte minutos, algo laborioso y cansado.

No hay comentarios: