28.11.09
Entrevista: Alberto Ammann
23.11.09
Celda 211 (2009)
Con esta premisa, Daniel Monzón nos presenta el que es su cuarto filme, Celda 211, basada en la obra homónima de Francisco Pérez Gandul y escrita por el propio Daniel junto a Jorge Guerricaechevarría (guionista habitual de Álex de la Iglesia).
En clave de trhiller de acción, Celda 211 se mueve con un ritmo muy trepidante y hace partícipe al público de todo lo que va sucediendo en la prisión amotinada. Y es que, quitando las escenas de Elena, la mujer de Juan, el resto de la acción transcurre en el interior de la cárcel, lo que acrecienta una sensación de claustrofobia.
Al hilo de esto, y para lograr un mayor verismo en la historia, ésta busca identificarse en ciertos aspectos con el modo de hacer del documental y además ha sido rodada con la cámara Red One, mejorando considerablemente la calidad de imagen.
En un plano ya meramente narrativo, el director logra combinar con mucho acierto los elementos más dramáticos con la acción más impactante, consiguiendo algunas dosis de gran tensión. Además juega muy bien con el contrapunto que supone la relación entre Juan y Elena (Alberto Ammann y Marta Etura) para suavizar y hacer descansar al espectador de lo que está aconteciendo en el interior del penal.
Celda 211 es una película que supone una auténtica ruptura hacia lo que nos tiene acostumbrado el cine español. Está carente de esa mirada pedante de algunos autores patrios que se las dan de saber más que nadie acerca de lo banal y lo espiritual olvidándose por completo de su público. Celda 211 es una película sincera en cuanto a que desde el principio deja claras sus pretensiones de entretener. Nada más. Recoge muy bien las claves del cine norteamericano de contar una historia ágil y convincente, al tiempo que muestra una fuerte profundidad en sus personajes.
El otro aspecto diferenciador respecto a nuestro cine es la forma de abordar temas más candentes y polémicos como el de las condiciones de los presos en las cárceles españolas y el de los reclusos etarras. Al contrario de otras películas que abordan estos temas de una forma un tanto viciada, Daniel Monzón se limita a mostrar una realidad a modo de McGuffin para poder avanzar en la trama. Tanto las condiciones de los encarcelados como el trato especial a los etarras y el uso político que se hace de ello están en un segundo plano. Son cosas que suceden en nuestras cárceles y como tal, están reflejadas. Si bien, la carga crítica hacía estos temas es más que evidente.
Retomando esas similitudes con el cine hollywoodiense, es curioso el símil (salvando las distancias) que se puede encontrar entre los personajes de Ammann y de Ethan Hawke en Training Day, así como la relación de desconfianza / respeto que llegan a establecer con sus respectivos compañeros: Luís Tosar y Denzel Washington.
Tanto Juan Oliver como Jake Hoyt son dos jóvenes muy enamorados que están comenzando a formar una familia y se enfrentan al primer – y más difícil – día de trabajo. Frente a ellos están Malamadre y Alonzo Harris que les enfrentarán a situaciones límites y les harán cuestionarse muchas cosas.
Dejando de lado esta comparación, es indudable que el mayor atractivo de Celda 211 está en un impresionante Luís Tosar, que quizás haya firmado el mejor papel de su carrera. La fuerza y carisma de su personaje es ya, por sí sola, motivo suficiente para disfrutar de la película.
Ante esto, Alberto Ammann se encuentra con un reto enorme, y más tratándose de su debut cinematográfico. Pero lejos de amilanarse, se pone a la altura de Malamadre y ambos nos deleitan con un extraordinario duelo interpretativo. Duelo éste, bien asistido por unos secundarios de altura: Marta Etura, Carlos Bardem y Antonio Resines (ahuyentando por fin el estigma de Los Serrano y volviendo a dar lo mejor de sí).
Sin embargo, como no todo puede ser perfecto, hay que resaltar la falta de credibilidad que transmiten los funcionarios de prisiones. Todo el esfuerzo por hacer lo más realista posible el motín y lo relacionado con los presos no termina de tener su réplica en la otra parte. Se percibe una suerte de descuido y de atención hacia ellos. Así como algún momento de excesiva sobreactuación por parte de alguno de los actores.
En conclusión, estamos ante una película bien contada, con grandes interpretaciones y de la que se pueden sacar varias lecturas. Sin duda, una de las cintas llamadas a ser de las referenciales de nuestro cine reciente.
18.11.09
Entrevista: David y Álex Pastor
15.11.09
Carriers (2009)
Infectados narra el viaje de dos hermanos que, junto a la novia de uno y la amiga del otro, cruzan los EEUU en coche con destino a una pequeña playa en la que asentarse alejados de cualquier rastro de humanidad, huyendo de un virus que ha diezmado a la población mundial. La cinta, rodada en clave de road movie, hace uso de la amenaza vírica como una excusa y un contexto para centrarse en temas más íntimos y relacionados con la conducta humana. Infectados habla de las reacciones, del miedo, del egoísmo del que podemos padecer cualquiera en unas circunstancias en las que este puede ser la diferencia entre vivir o no.
La ópera prima de los hermanos Pastor tiene un planteamiento muy similar al de filmes como 3 días o El tiempo del lobo: toma un acontecimiento con tintes apocalípticos (una epidemia mundial, el impacto de un meteoro, una guerra nuclear…) y lo deja en un segundo plano. Huye de los clichés que casi obligan a meter por medio a fuerzas de seguridad, ejércitos y gobiernos para hacerse cargo de todo y controlar la situación. A cambio, nos regalan unas historias mucho más complejas e intimistas que nos hablan de las consecuencias y repercusiones que tienen coyunturas de tales magnitudes en una familia. Descubrimos lo que sucede a su alrededor por pequeños detalles, no sé dice nada del contexto claramente.
Infectados no sólo sorprende por la forma de contar la historia, sino que, como dato de interés, el guión está escrito por los propios directores. Algo que resulta casi impensable en España: directores noveles trasladando a imágenes una propuesta tan arriesgada y salida de su puño y letra.
Con un comienzo más acorde con el de una cinta de zombis o terror adolescente al uso, con las jóvenes estrellas del momento como reclamo; Infectados se revela como algo más. Pronto muestra sus intenciones de ir más allá del terror y se descubre como un trhiller con unos personajes muy identificables, donde no hay ni buenos ni malos, sino gente corriente que saca tanto lo mejor, como lo peor de sí misma en una situación límite.
Para dar vida a estos personajes tan “grises”, los directores se decantaron por gente con poco nombre todavía en la industria hollywoodiense como Lou Taylor Pucci (quien sorprendió en Thumbsucker) o Chris Pine (Infectados se rodó antes de que el actor saltara a la fama con Star Trek). Poco se puede decir de ambos, salvo que habrá que tenerlos en cuenta para el futuro. Debajo de esa fachada de joven estrella con apariencia sexy, Pine esconde gran carisma y aptitud para la interpretación. Siendo Piper Perabo, por su parte, quien tenga que enfrentarse al personaje más desdibujado y plano.
También destacar a Christopher Meloni (visto en la televisiva Ley y Orden), solvente en el papel de padre que ha de intentar sobrevivir junto a su hija.
Con momentos de gran tensión, Infectados supone un soplo fresco al cine de género y, en cierto sentido, se asemeja a filmes como ¿Quién puede matar a un niño? en cuanto a que la amenaza se produce a plena luz del día.
Bien es cierto que se puede acusar a la cinta de quedarse a medio camino en algunas ocasiones y un final que igualmente no se llega a rematar del todo. Aún así, se trata de una experiencia diferente, de una revisión a las reglas no escritas del cine apocalíptico, de terror… que sorprende, además, por su realismo, nivel y cuidado de la ambientación y su buen hacer técnico (el cuidado de la fotografía es espléndido).
Y para concluir esta reseña, nada mejor que escuchar a los propios directores en la rueda de prensa de presentación de la película:
12.11.09
Entrevista: Daniel Monzón
P: ¿Qué fue lo qué le enganchó de él para querer adaptarlo?
P: Esta es su segunda colaboración con el guionista Jorge Guerricaechevarría (habitual de Alex de la Iglesia)… ¿qué visión le aporta a sus proyectos?
P: ¿Por qué recurrir a Ex – presos como extras del film?
P: En cuanto a la elección de actores… ¿los distintos papeles estuvieron claros desde el principio?
P: Luís Tosar está impresionante… ¿le costó meterse en la piel de Malamadre?
P: La acogida hasta el momento por parte del público y la crítica internacional está siendo muy buena, ¿Era algo que esperaba?
P: ¿Qué le ha parecido la decisión de la academia respecto a las candidatas a la preselección de los Oscar?
P: ¿No siente un poco de lástima que su Celda 211 no estuviera entre las elegidas viendo el recibimiento obtenido en festivales como los de Venecia o Toronto?
P: Bueno, ya para concluir… ¿qué opinión le merece la nueva tecnología del 3D en el cine? ¿Puede ser tan revolucionaria como algunos preconizan o quedará cómo una herramienta más?
9.11.09
The Box (2009)
Tras el varapalo que se llevó el director con Southland Tales, parece haber recurrido a las maneras apuntadas por su ópera prima (Donnie Darko) y recoger parte de su esencia. O al menos ésta es la sensación que le llega a uno que conozca y haya disfrutado de su primera cinta. Y la desilusión no puede ser mayor. Se percibe el intento, pero todo el mundo sabe que las comparaciones son odiosas… e inevitables… toda esa paranoia, ese rompecabezas que convirtió a Donnie Darko en un clásico de culto, aquí se queda a medio camino de todo. Tal vez porque se ha querido dar una profundidad y una complejidad a unos planteamientos que son tan simples y están tan claros de por sí que no tienen vuelta de hoja.
Por ello, The Box resulta algo desconcertante y con muchos altibajos de interés.
Otro de los aspectos negativos que se le pueden achacar a la cinta es su elección de actores. No todos claro. Frank Langella por ejemplo, hace un trabajo estupendo, logrando trasmitir un halo de temor y misterio al tiempo de una gran cercanía hacia su personaje. Por el contrario, el matrimonio protagonista: Michael Marsden y Cameron Díaz, sin dejar de ofrecer unas actuaciones bastante correctas son una pareja que no funciona en pantalla. A medida que va avanzando la película uno se va creyendo más su relación (las casi dos horas de metraje ayudan a ello), pero el choque inicial se va arrastrando durante más de lo recomendable.
Pero, en favor de las presumibles pretensiones del realizador, al concluir el visionado del film hay dos preguntas que se plantean casi obligatoriamente: ¿Y sí…? o ¿qué haría yo en su lugar?
En conclusión, The Box nos ofrece una premisa muy interesante pero con un desarrollo algo errático y falto de ritmo. Entretenida en muchos momentos, pero con otros sin mayor interés. Cinta curiosa que a los nostálgicos de las series clásicas de ciencia ficción dejará con un buen sabor de boca.
5.11.09
Entrevista: Luís Tosar
Pregunta: El film está teniendo muy buena acogida allá dónde va: Venecia, Toronto… ¿esperaban algo así?
Respuesta: Hombre, ha habido una grata sorpresa (risas) pero claro nunca sabes muy bien, porque aunque tengas sensaciones buenas, es muy difícil. Pero la sensación de que realmente estas haciendo algo que está bien, de que tienes muy buen guión entre manos, que las escenas salen bien, que notas un feeling con el resto de los actores, incluso con la figuración que tuvo mucho que ver en esta peli… acabas de rodar y tienes la sensación de que, joder, realmente esté bien. ¿Qué pasa? Que luego tiene que pasar muchos procesos, es lo que tiene el cine, que hasta que está la peli realmente acabada y enlatada nunca sabes exactamente que es lo que hay entre manos. Incluso después, siempre tienes la duda, aunque te guste a ti, dices: “le gustará al resto del mundo o no”. Entonces bueno, para esto los festivales, sobre todo Venecia, el primero al que fuimos ahora, al enfrentarla al público, ya no solo a la crítica y al mundo de la industria… sí, la peli parece que gusta.
P: Toda la crítica coincide en elogiar su actuación como la mejor que ha hecho hasta ahora, incluso ya hablan de posible candidatura al Goya… ¿cómo lo está recibiendo?
R: Con esas cosas yo toco madera, porque basta que lo digan para que luego no te lo den. Y en cualquier caso creo que la fase importante todavía es la de que la peli se estrene y que la gente vaya a verla o no. Porque, claro, tampoco podemos congratularnos única y exclusivamente con la crítica y con la opinión de los compañeros de la industria porque luego al final esto no va a ningún lado. Realmente donde se deben medir las pelis es en las salas. Y esto es una incógnita, porque puede pasar que tengas una peli cojonuda y que finalmente no funcione por una razón o por otra… o bien por cuestiones de mercado que estrenas pegado a otra que te barre directamente la taquilla o de repente la peli no despierta tanto interés como creías que lo iba a hacer.
P: Ahora bien, una vez terminada la película… ¿hay algo que haría de otra forma o que intentaría mejorar de su actuación?
R: Sí, por supuesto, lo que no se muy bien como lo haría (risas). Cambiaría cosas, claro. Me encantaría hacerlo mejor, pero ahora, que lo podías hacer mejor, no lo sé (risas) eso pasa en todas las pelis… Tú haces unos planes, a veces salen bien y estás contento. Luego enseguida empiezas a pensar: “coño esto lo podría mejorar, esto no sé que”… yo por eso también procuro no ver demasiado las pelis en las que curro porque llega un momento en que ya no es productivo. Hay una fase en la que sí, en la que dices: “coño esto no acaba de estar bien, creo que si lo hubiese hecho así pues igual funcionaría mejor, estaría mejor aprovechado la situación, igual redondearía más la escena no se qué”… pero luego llega un momento en que ya empieza la tortura: “joder, esto es una porquería, esto tal”… hubo un tiempo en el que sí lo hacía así, pero luego descubrí que no tiene ninguna eficacia, que lo único que haces es torturarte y la peli no la vas a mejorar porque ya es la que es… En teatro sí, lo que pasa es que en teatro nunca tienes la objetividad que tienes en una peli. En teatro añoras tener la objetividad de verlo en una pantalla y decir: “vale pues esto así, esto no, lo voy a cambiar”… en teatro estás tan dentro, que lo ves cuando ya has dejado de hacer la función hace meses y dices: “y yo por qué hacía esto si realmente esto es así”.
P: ¿Qué fue lo que le atrajo del proyecto?
R: Bueno, me atrajo sobre todo el guión cuando lo tuve entre manos. Yo leí la novela un tiempo antes, cuando me informaron del proyecto… los productores me enviaron la novela, me pareció que estaba muy bien, que era un material muy bueno para hacer una película. Pero también que era muy complicado de trasladar porque la novela tiene un estilo narrativo muy peculiar, muy bien escrito, pero que no es nada cinematográfico. Entonces bueno, estaba muy expectante para ver como recogían el material Daniel y Jorge Guerricaechevarría y hacían con eso un guión. Y la verdad es que la sorpresa fue muy grata. Porque creo que cogieron lo mejor que había en la novela y lo transformaron en un guión que era totalmente cinematográfico… para mí fue la gran alegría y enseguida llamé a Daniel, le dije que me parecía maravilloso el guión y luego también, un poco la sorpresa de que él quería que hiciese Malamadre y no Calzones, que era lo que yo había pensado.
P: Pasó casi un año desde que recibió el proyecto a que empezaron a rodar ¿no?
R: Sí, en realidad más de un año desde que yo leí la novela hasta que ya finalmente rodamos,. Y más o menos un año desde que Daniel y yo empezamos a hablar ya con el guión en la mano de cosas, de Malamadre y de la peli.
P: Malamadre se parece bien poco a lo que venía haciendo hasta la fecha… ¿Papel arriesgado?
R: Sí, pero era muy goloso también. Me dieron un papel que era un regalo y dije: “coño, si no hago esto es que soy tonto”. Luego tenía un componente ahí de bueno, tirarse a la piscina, de cambiar un poco de tercio, pero que era también algo consensuado con Daniel, que siempre estuvo diciendo: “venga tío, vamos aquí yo lo que te apetezca lo hacemos”… y claro, a mí me apetecía un poco de show y a él también. Decidimos que aparte de hacerlo todo lo correcto que pudiésemos, pues también nos podíamos meter en otro terreno, un poco más de espectáculo.
P: ¿Cómo ha sido la preparación del personaje?
R: Pues larga y un poco… dudosa más que nada. Porque iba como pasando de unos lados a otros. Pasó por muchas fases, pero creo que todo lo que fuimos haciendo, todo el trabajo previo, fue conduciéndolo hacia ese lugar. Malamadre, como está hecho con cachos de muchas cosas: gente que yo conozco; de otra gente que no, pero que imagine que podrían ser así a través del guión; gente que conocimos a lo largo del proceso; cosas que fuimos recabando en las cárceles; documentación; peña que ves… todo eso está en Malamadre, entonces bueno, fue un trabajo de meses.
P: ¿Algún tipo de referencias personales?
R: Por ejemplo, la voz, viene inspirada por un amigo mío. Siempre pensé que la voz de este tipo se merecía estar en algún personaje. Y entonces Malamadre de repente fue el lugar, porque cuando lo leí me pedía que tenía que ser algo así. Tenía que tener una manera de hablar especial y una voz que mostrase todo lo machacado que está este tipo y los 20 años que puede llevar dentro del talego. Fue muy determinante, pero también fue de las últimas cosas en salir… yo la ensayé durante bastante tiempo, aprovechando que tenia que leer unas cuantas cosas: leía en voz alta, trabajaba la voz para ver si tal… pero la decisión última la tomamos bastante tarde. También porque creíamos que era la decisión más radical y más arriesgada… es decir, directamente es cambiar la voz. Aquí, si funciona, estará bien, pero es que si no… va a ser un pastiche. Pero bueno, sí, creo que, más o menos funcionó.
P: ¿Cómo es Malamadre?
R: Es un tipo que tiene un código moral muy férreo que no tolera la traición, que respeta cosas como la amistad y el valor de la verdad y la mentira. Aunque luego, pues eso, probablemente matar a un tío le da igual, pero la razón por la que matas a un tipo, eso ya no le da igual… Yo creo que él valora más que un tipo mate a alguien porque lo odia que no que dejen matar a alguien simplemente porque bueno… eso es lo que a él le revienta. Y es un poco también de lo que habla la peli. Es decir, ¿dónde hay más delito?, en el qué mata, el qué pega un cuchillazo a otro tío… o el qué deja que lo maten, el qué hace la vista gorda.
P: ¿El que hubiera antiguos presos trabajando como extras le ha ayudado a meterse en la piel del personaje?
R: Yo creo que nos ayudaba a todos los actores en general. Era una fuente de inspiración que estaba ahí. Incluso nos ayudaban mucho, siempre tenían alguna idea de como se podían hacer las cosas. Y yo creo que ellos también, de alguna manera, se estaban convirtiendo en actores en ese momento… bebían un poco de nosotros, había una especie de simbiosis ahí muy graciosa que también provocó situaciones de mucha risa.
P: ¿Planteó alguna dificultad rodar en una cárcel de verdad?
R: Sobre todo lo que hubo fue que limpiarla, porque tenía una cantidad de mierda espectacular aquella cárcel cuando llegamos. Llevaba doce años abandonada… prácticamente todos los animales de la zona ya se habían hecho ahí su casa. Y luego reconstruir algunas cosillas y poner en funcionamiento cosas que se habían venido abajo. Pero yo creo que fue un gran acierto, porque ya el aspecto de la cárcel era el que había. Muchas cosas, por ejemplo el color rojo de las rejas, puertas y todo eso, era algo que ya estaba allí. Que es algo a lo que quizás no te atrevas a hacer si tienes que construirlo de la nada… el color rojo que en principio era casi como una redundancia de que estamos contando una historia de violencia, de sangre, de una tragedia griega… y encima vamos a poner todo de color rojo… pues bueno, era el que había. Eso también creo que animó mucho a Dani a decir: “bueno, esto es documental, al fin y al cabo la realidad es esta ¿no? Pues ya está”.
P: ¿Existe mucha diferencia entre rodar en 35mm a hacerlo en digital? ¿El actor encuentra mayores facilidades?
R: A la hora de rodar sí. Es la diferencia de poder hacer una, dos, tres tomas y a veces ya andar ahí raspaditos, a poder hacer las que quieras. Rodar planos secuencias muy largos sin tener la preocupación de que estás gastando un montón de película… poder ensayarlos tranquilamente y grabarlos, verlos y luego volver ya a rodarlos. Ese tipo de cosas creo que sí ayudan, no solo a los actores, sino también en muchos casos a los directores. ¿Qué pasa? Igual se pierde un poco el encanto que tenía el cine, de ese nervio de que las cosas tienen que salir bien porque la película empieza a rodar y tal… pero bueno, creo que es un mal menor comparado con las ventajas que te da el HD, que al final te da el placer de jugar muchísimo más y encontrar cosas que son maravillosas.
P: Volviendo a Malamadre, su relación con Juan Oliver (Alberto Amman) va evolucionando a medida que avanza el metraje… de la inicial suspicacia al respeto y una suerte de amistad…
R: Sí, totalmente. Es una de las cosas que teníamos muy claras desde el principio. La relación entre estos dos tenía que funcionar, y funcionar muy bien para que la película se sostuviese; porque al final es una peli sobre la creación de una amistad entre dos tipos que a priori son completamente antagonistas y cuyos objetivos en la vida no tienen absolutamente nada que ver. Pero ¿qué pasa?, que Calzones, Juan Oliver, se ve metido en unas circunstancias que hace que cambie su parecer con respecto a muchísimas cosas. Su vida cambia radicalmente por desgracia, y Malamadre, en buena parte, es el causante de todo eso, aunque él no sea muy consciente de ello porque no tiene ninguna culpa de que Juan Oliver esté allí. Pero de alguna manera también, Malamadre tiene cosas que Juan Oliver rescata de él y por eso llegan a esa intimidad.
P: El trabajo de Alberto Amman, a pesar de ser prácticamente un debutante, también ha sorprendido gratamente. ¿Cómo lo ha visto usted?
R: Pues Alberto es que es una máquina. Nos conocimos haciendo unas pruebas para la peli. Y creo que en esa prueba, todos los que estábamos allí: Daniel Monzón, Eva y Yolanda las directoras de casting y yo… creo que a ninguno le cupo la menor duda de que iba a ser Calzones. Porque de repente, nos encontramos con un actor de talla gigante, con una pureza en la mirada, con una fuerza espectacular, con una técnica ya muy depurada, a pesar de ser un tipo que iba a hacer su primera película y que daba lo que tenía que tener ese personaje.
P: Coinciden también en Lope, que ha terminado de rodarse hace poco.
R: Sí, de hecho es una relación un poco similar. Lo que pasa es que desde puntos de vista completamente diferentes. Pero bueno, nos hacía gracia investigar una relación de amistad similar pero en una época que no tenía nada que ver, y con roles completamente diferentes… también hubo un momento en que pensamos si deberíamos estar juntos en esa película o no. Por si de repente no sabíamos como darle la vuelta a aquello. Pero vamos, realmente decidimos que tampoco tenía mucho que ver, los conflictos eran completamente diferentes.
P: Aparte de esta “Celda 211” tiene otros proyectos ya estrenados como “Los límites del control” de Jim Jarmush…
R: Fue un placer muy breve (risas) pero muy intenso. Trabajé con él tres días, me parece que fueron, porque eran todo historias así muy cortitas, muy episódicas… y bueno, me hubiera gustado estar más tiempo con él porque es un tipo muy especial. Tiene una forma de trabajar que creo que es muy interesante, muy atípica. No tiene mucho que ver con ninguna otra persona con la que yo haya trabajado. Tiene una forma de afrontar el cine con un concepto de la aventura y de la valentía total… llega allí y va a crear una peli, pero con pocos planes preconcebidos. Es un tipo que el nihilismo lo lleva hasta las últimas consecuencias.
P: Además, sigue tan comprometido como siempre… ha participado en el documental “Flores Tristes” de Manuel Abad sobre la represión franquista. ¿Cómo surgió?
R: Este proyecto lo tenía Manolo desde hacía bastante tiempo, intentando levantar esa historia… al final lo consiguió y nos dejamos liar unos cuantos. Además, yo a Manolo lo conozco de haber trabajado con él en la TV gallega y nunca habíamos tenido la oportunidad de hacer ficción… bueno, tampoco es ficción, pero digamos que lo nuestro tiene más que ver con ficción que con documental, porque es una parte un poco narrativa lo que hacemos los actores. Apetecía y era además muy bonita la historia que se contaba.
P: El posicionarse ante determinadas causas que consideran justas y prestar su imagen por ellas… ¿Lo considera cómo una responsabilidad respecto a todos aquellos que no pueden o no saben como hacer oír su voz?
R: No es que lo vea como una responsabilidad, es casual. Se te brinda la oportunidad de prestar tu voz para eso y hay determinados sectores que no van a tener ningún tipo de foro en el que se los escuche si no hay alguien que sea mínimamente conocido como para que de repente los medios de comunicación se hagan eco de eso. Esto es lo triste, que es que esto ocurre. Si en alguna medida puedes ayudar siendo simplemente un ciudadano que está ahí y que es más conocido y sabe que si convocas a los medios van a aparecer; pues bueno, ya algo estás haciendo y estás sirviendo para algo. No es simplemente salir ahí y decir lo que te apetezca, sino que todo esto tiene una razón de ser.
P: Vamos, que se aprovecha la relevancia pública para sacar ciertos temas.
R: Sí, porque si no, hay cosas de las que nunca se sabe. Hay cosas de las que nunca nadie quiere hablar o directamente que no son noticia. Porque hoy en día bueno… parece que es más noticia cualquier chuminada que se pone por las tardes a las cinco y que habla la ex – esposa de un torero… y que de determinados sectores realmente desfavorecidos de la sociedad no se sepa jamás que están ahí. O determinadas cosas que ocurren pero que de repente pasan por los medios de información y no les interesan… ya al margen de los intereses políticos, económicos y todo esto, que ya entras en un entramado en el que ya no sabes cual es el culpable. Con lo cual, a veces es mejor no planteárselo o decir que todos son culpables y ya está.
P: Ya para terminar, viene de participar hace poco en el Festival “Vigo Unha e dez” ofreciendo a los jóvenes sus experiencias y conocimientos acerca del cine… ¿cómo ha sido la experiencia?
R: Bueno, breve también. Lo que pasa es que fue muy divertida porque fui con mis compañeros de cuando empecé a hacer cine: Antonio Pereira, Jorge Coira y Piti Sanz. Nosotros empezamos juntos en Lugo a hacer cortometrajes y durante muchos años hemos seguido ahí… y ahora hemos tenido, además, la suerte de volver a coincidir todos en una película. Ya solamente por eso es muy bonito. Lo de que nos hayamos juntado y hablar. Y luego que tenía un poco el sentido de que íbamos a hablar con chavales que están un poco en la situación en la que estábamos nosotros cuando estábamos en el instituto.
P: Se ve un poco reflejado ¿no?
R: Claro, están tipos ahí organizándose sus cortos entre ellos. Un poco buscando su lugar. Algunos pues quieren ser actores, otros querían ser directores… prácticamente el mismo esquema que teníamos nosotros en el instituto. Y yo, joder, espero que alguno de los que estaban en Vigo, pues dentro de quince años que estemos ahí.