13.2.09

The Reader (2008)

Una historia de amor de lo más sencilla (con sus dosis de ternura y de pasión) y de la que no se ofrecen demasiadas explicaciones, sirve para sumergirnos en un profundo drama autocrítico acerca de la culpabilidad, la vergüenza y la aceptación del pasado.



Stephen Daldry en la dirección y David Hare firmando el guión, adaptan la obra homónima de Bernhard Schlink que, según Los Angeles Times, es: “Una novela formalmente hermosa y perturbadora y, finalmente, moralmente devastadora.” Algo que han sabido captar y trasladar a la pantalla.

El director de Las Horas y Billy Elliot se embarca en un proyecto que habla de esa generación de hijos de la posguerra alemana, libres de toda culpa, pero con la losa sobre sus hombros del horror cometido por sus padres. Un horror que debían aprender a aceptar y seguir adelante.

The Reader nos sitúa a lo largo de tres momentos distintos en la vida de Michael (David Kross / Ralph Fiennes) que personifica, a través de su idilio con Hanna (Kate Winslet), la relación que mantuvo una generación con su Alemania natal; una relación llena de contradicciones.

Uno de los puntos de mayor interés del film es ese, que no se trata de otra película sobre el Holocausto que sirva de homenaje para las víctimas, sino que versa sobre sus consecuencias en el pueblo alemán.

Al respecto, el amorío que surge entre Hanna y Michael, tiene el valor de enfrentar a dos generaciones distintas, con lo que centrarse en la polémica suscitada por la diferencia de edad entre ambos no es más que un sin sentido que deja de lado lo realmente importante.

Y no sólo de culpa o rechazo a lo que otros hicieron se habla en la película. The Reader también se alude a la personal; de cómo el orgullo y vergüenza hacia uno mismo puede llevar a una actitud pasiva, por más que las consecuencias de no enfrentarse a ello sean desmedidas.

Si bien la relación entre los dos protagonistas hace referencia a esa situación de culpabilidad colectiva, cada uno de los personajes por separado se ha de enfrentar por sí mismo a la vergüenza y pundonor individual.

Al final, también hay que aceptar esto.

Está de sobra comprobado que Stephen Daldry sabe sacar lo mejor de sus actores, y The Reader es un nuevo ejemplo de ello. Kate Winslet está en estado de gracia e inunda la pantalla con un personaje que desborda matices. Tal es la presencia que impone con su personaje que ensombrece la buena labor del resto del reparto.

El contrapeso de Kate en la cinta lo ponen David Kross y Ralph Fiennes (dando vida a Michael en diferentes etapas de su vida). Fiennes no lo hace mal, pero al lado de una Winslet pletórica, da mucho el cante. Kross por su parte resuelve perfectamente el problema del idioma (es su primera película en inglés) y resulta bastante creíble.

Daldry se ha convertido en un director que apunta a cosechar galardones con cada nuevo film. Podrá o no gustar esa intención y objetivo de ganarse a la crítica, pero lo cierto es que convence con sus propuestas que es lo que importa; y The Reader no iba a ser menos.

6.2.09

Revolutionary Road (2008)

Descarnada y sin adornos sentimentales. Sam Mendes da una bofetada en la cara a una sociedad acomodada, envidiosa y, sobre todo, reprimida. A pesar de ser la adaptación de una novela aparecida en 1961, la crítica y el trasfondo de Revolutionary Road podemos trasladarlo y sentirlo perfectamente en cada uno de nosotros.


En muchos aspectos este film puede recordar a American Beauty, más en el fondo que en la forma: pues si bien ésta era presentada en clave de mordaz comedia, Revolutionary Road lo hace como un drama sin miramientos. Ambas, desde sus distintas visiones, hablan del gran cuento que hay montado en torno al sueño americano.


Revolutionary Road nos lleva a un apacible barrio residencial, ideario de la sociedad americana, al hogar de una joven pareja con dos niños, en apariencia y a ojos de los demás: especial.


Pero como todo en la vida, las apariencias no son más que eso, apariencias. Porque una vez puertas para dentro, Sam Mendes desgarra con maestría la fachada de sus personajes y nos brinda un sobrecogedor calco de la realidad.


Sin embargo, para lograr que el mensaje impacte a la audiencia, no basta sólo con una buena dirección y un buen guión. Esto parecieron verlo claro los responsables del film, que no pudieron encontrar una pareja con más química en pantalla: Kate Winslet y Leonardo DiCaprio.


Poco se puede decir de ellos, están inmensos. DiCaprio se hace adulto en su primer papel como padre de familia y Winslet es, simplemente, fascinante. Sus interpretaciones atrapan de tal forma, que durante las 2 horas que tiene la película, dejan de ser actores para convertirse en los vecinos de cualquiera de nosotros. Unos vecinos con sus miedos, reproches y sueños rotos.


Acompañando a la pareja protagonista hay un actor que destaca sobremanera sobre el resto de secundarios: Michael Shannon. Su personaje aporta el punto de lucidez y de verdad que logra remorder muchas conciencias. Toda la esencia de la cinta podría condensarse en él.


Sam Mendes nos trae una historia cualquiera acerca de unas personas anónimas; mientras, Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, nos identifican con ellos. Revolutionary Road es, ante todo, un espejo de nuestras vidas.