11.8.08

Fear and Loathing in Las Vegas (1998)

Flipante, para bien o para mal. Miedo y asco en Las Vegas es inclasificable, no deja de ser un experimento fílmico que deslumbra y apasiona a unos, como causa rechazo a otros. El reto consiste en atreverse a introducirse en ella sin ningún tipo de prejuicios.

Terry Gilliam, fiel a su particular estilo, adapta la novela homónima de Hunter S.Thompson trasladándonos a una de las épocas más convulsas de la reciente historia americana a través de un prisma en el que realidad y ficción se confunden irremediablemente.

Con la guerra de Vietnam y el movimiento hippie de telón de fondo, se nos plantea una brusca inmersión en el mundo de las drogas y la depravación del “sueño” americano. Ese sueño americano se nos muestra como un espejismo que acaba con la autodestrucción de todo aquel que lo persigue. Se trata de un engaño que sólo se puede sobrellevar a base borracheras y cuelgues. Llamativo es que el lugar al que se acuda a buscar el sueño sea Las Vegas.

Dentro de esta peculiar crítica, es reseñable el desvarío en el que Johnny Depp ve a sus colegas periodistas como si fueran reptiles.

El film se mueve de forma, a priori, poco coherente. Se suceden imágenes y situaciones sin aparente lógica que llegan a confundir al espectador, llevadas a un ritmo muy alto que no concede tregua alguna. Así se nos acerca más a la percepción que tienen los personajes sobre lo que les rodea.

Aquí cobra importancia la pareja protagonista: Johnny Depp y Benicio del Toro, quienes se pasan toda la película intercambiándose los roles de buenas a primeras. Sus personajes son exageradamente histriónicos y compulsivos. Violentos y perdidos que producen cierta indignación y rechazo en el público, el cual ni se inmutaría ante sus posibles desgracias.

Cameos como los de Tobey Maguire o Christina Ricci son igualmente reflejo de una sociedad enferma y superficial.

Miedo y asco en Las Vegas es un arriesgado delirio que toma las drogas y sus efectos como hilo conductor, haciendo de ésta, una cinta de difícil comprensión y entendimiento más allá del simple morbo o atracción que generalmente producen las películas que se adentran en el campo de la drogadicción. Este es quizá uno de los mayores hándicaps del film de Terry Gilliam: el que uno no se moleste en profundizar y sólo se quede con las gracias de un par de drogadictos que van a hacer unos reportajes en Las Vegas.

No hay que llevarse a error y pensar que se trata de un film de dos “colgaos” y su adicción. Para eso ya hay otras tantas películas. Miedo y asco en Las Vegas es toda una metáfora acerca de una sociedad en un momento histórico marcado por ideas y realidades contrapuestas.

Una sociedad y problemas que bien podrían trasladarse a esta época.

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